domingo, 23 de febrero de 2014

El mundo (o los mundos) de Ángel Mateo Charris.

Carlota Pérez-Reverte Mañas

 







Dicen que pertenece a una corriente llamada Neometafísica, y que nació en Cartagena el 10 de mayo de 1962. Que es uno de los mejores pintores españoles de nuestra época. 

Para hablar sobre su estilo y su lenguaje mencionan siempre a Edward Hopper, Miró, Dalí, Chagal o De Chirico. Klee, Friedrich, Torres-García, Van Gogh, Sorolla, Beuys, Dalí o Renau también aparecen con frecuencia en las críticas y los análisis. Y yo me pregunto si no son demasiadas referencias. Porque si necesitamos más de diez grandes nombres para definir al artista, me parece que ha ganado con justicia el reconocimiento a su propia mirada. Ángel Mateo Charris es, sobre todo, Ángel Mateo Charris. Y para "sentir" cualquiera de sus obras no son necesarias prolijas explicaciones de fondo y forma, sino, simplemente, ponerse delante.

El visitante de una galería, un museo o una exposición con obras de Charris, se convertirá inmediatamente en espectador. Verá desplegarse ante sí mundos cercanos y ajenos a un mismo tiempo. Oníricos, tangibles, lúdicos, rotundos, llenos de sorpresas, amables en sus formas e inquietantes en su profundidad. Donde lo imposible resulta natural. Sus obras son ventanas tras las que se desarrollan un tiempo y un espacio que van mucho más allá del momento y el paisaje que se recorta en el marco. Parece posible asomarse y continuar con los ojos las líneas del horizonte, los colores, los trazos, la materia. Charris es un gran narrador y puebla sus mundos (su mundo, quién sabe) de formas que son familiares y extrañas a la vez, porque las dota de un significado propio. Porque las empapa de su mirada. Sus obras contienen palabras, voces, nostalgias, humor. Libertad. Charris crea mundos sin vacíos ni aglomeraciones. Redondos. Llenos de guiños, citas y espacios en los que todos nos podemos reconocer y al mismo tiempo vernos por vez primera.

Alguien me dijo que el arte cuanto mejor es, más tarda en agotarse. Uno puede (o necesita) volver una y otra vez a ciertos lugares sin terminar de descifrar la clave, descubriendo con cada mirada nuevos senderos por los que transitar la obra. 

Yo no me canso de volver al mundo (o los mundos) de Ángel Mateo Charris.


Por si queréis saber un poco más,





1 comentario:

  1. No soy de comparar, ni de referentes. Eso despista la atención de lo que tengo delante. Aún así, me quedo con Klee. Estos cuadros cuentan historias. Hermosas historias.

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