Equipo AdARQUA
El avatar Kurma de Visnú, sumergido sosteniendo la montaña
Mandara, durante el Samudra manthana, la serpiente Vasuki está enroscada y es
tirada por los dioses (orilla izquierda) y por los demonios (orilla derecha);
ca 1870, Uttar Pradesh (India).
Este mito, uno de los mitos fundamentales del hinduismo, se encontró por primera vez en los Brahmanas y está muy extendido en los Puranas. En sánscrito se llama samudra manthana (batido del océano). La versión que tratamos aquí es una forma condensada en el Mahabharata (una de las dos grandes epopeyas en sánscrito compuestas entre el IV a.C y el IV d.C), y se centra en la obtención del elixir de la inmortalidad.
Al principio de los tiempos los deva (dioses) y los asura
(demonios) eran todos mortales, y luchaban entre ellos por el dominio del
mundo. Los deva, debilitados y vencidos, solicitaron la ayuda de Visnú. Y reunidos en el monte Meru, reflexionaron sobre cómo obtener el elixir de la inmortalidad.
Visnú propuso a los Devas que batan el océano con ayuda de los asura para
extraer la amrita (el néctar de la inmortalidad’).
Fueron al monte Mandara, lo arrancaron y colocaron en el
lomo de la tortuga Kurma (un avatara del mismo Visnú), y utilizaron la
serpiente Vāsuki, el rey de los Naga, para poner la montaña en rotación de
manera que batiera el océano. Los
asuras y los devas sujetaron los extremos de la serpiente y dieron vueltas al
monte Mandara, de modo que sus árboles se incendiaron con la fricción. Aunque
las llamas fueron apagadas, la savia de las plantas fluyó hasta el océano donde
se transformó en leche y después en mantequilla. Los dioses siguieron batiendo
y así surgieron el Sol, la Luna,
la diosa de la fortuna, otros tesoros, el veneno, y, al final, el divino médico
Dhanvantari con el elixir. En cuanto los asura vieron la copa con néctar se
precipitaron sobre él antes de que los deva pudieran intervenir. Visnú se
transformó rápidamente en Mojiní, la mujer más bella del mundo; los asura
quedaron extasiados y paralizados, momento que aprovechó Visnú para quitarles
la copa y dársela a los deva. Los devas, convertidos ahora en inmortales, no
podían ser vencidos y arrojaron a los asura a los infiernos. Sin embargo,
durante la lucha unas gotas de amrita cayeron sobre cuatro lugares de la India: Nasik, sobre el
río Godavari;
Shipra (en Uyyain); Jariduar (sobre el
río Ganges) y Praiag
(Allahabad).
Estas cuatro ciudades, bendecidas por el néctar se
convirtieron en los cuatro lugares de peregrinación donde se celebran las
concentraciones denominadas Kumbhamela.
El batido del océano es la imagen clásica de la creación por
medio del caos: la ruptura de la serenidad de las aguas primordiales. La dialéctica
simbólica básica es la de los líquidos, el agua neutral que es transmutada en
varios elixires: humano (leche), ritual (mantequilla) y divino (ambrosía). Así
como el inverso de todos los elixires, el veneno.
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