domingo, 23 de noviembre de 2014

El Arte y el Mar: Iván Konstantínovich Aivazovski. El mar como viaje



 Ana Parres


La obsesión artística de Iván Aivazovski fue el mar. Marinas compuestas en tercera persona pero con la fuerza de haberlas creado, emocionalmente, en primera. No son mares al uso. Tal vez porque su Rusia natal se veía envuelta en diferentes procesos de transformación social y económica, tal vez porque sintiera la necesidad de desligarse del estilo academicista o tal vez porque simplemente, no supiera enfrentarse al lienzo de otra manera.

Entre las olas (1898)

Su obra localiza los elementos románticos y nos ofrece un lenguaje basado en la poética mística del mar y del paisaje. Una reproducción de lo sublime, como un drama lleno de grandeza y melancolía.

Se declaraba artista explorador de ciudades  y un viajero en busca de lugares que pudiera llevarse consigo.  Aivazovski nos presenta el entorno como la relación que se establece entre el individuo y la naturaleza. El hombre y el todo. El hombre y la belleza. 

Mar agitado por la noche (1853)

Su método, basado en una composición sin bocetos ni retoques, consistía en pintar las partes de la obra en una sesión rápida donde la pintura fuera fluida y a la vez acabada.
Son característicos su mares cristalinos y transparentes que no hacen más que recordarnos elementos presentes de la pintura de Turner. Esa visión orgánica de la naturaleza a través de los sentidos. 

Mar en calma (1863)

 
No busca la línea o el dibujo, busca la sugestión del color a través de una paleta de colores románticos, azules, ocres y verdes.

El movimiento de la obra de Aivazovski se transparenta en el oleaje que define el artista.Las olas se convierten en los protagonistas de una revuelta donde poco a poco la fuerza se va desvaneciendo para alzarse de nuevo. Es como un remolino de fuerza, como una pintura de lucha. La naturaleza siempre gana. 

Apreciamos en su obra una profunda subjetividad en la representación de la naturaleza misma, una manera de captar la brevedad del tiempo como reflejo de su existencia. 

Tempestad en el mar en Nidht   (1849)

Cuando observamos sus marinas, es como si las observáramos desde el interior. Como si nuestra presencia no rompiera la composición del cuadro. Como si viviéramos en una radiografía eterna del mar. 

Por la noche. Ola azul (1876)
 


El trabajo de Iván Aivazovski une la transición de un momento de fuerza del S. XIX. Es la representación de la nueva oleada de la Escuela Rusa y del triunfo y el éxito en vida. Sus lienzos ocuparon puestos de honor en palacios imperiales y  de sultanes. Fue capaz de crear una nueva dimensión para la naturaleza y la manera de enfrentarse a ella. Reorganizó el significado hacia lo sublime y la expresión de la belleza con imágenes poéticas y en lucha.

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