Carlota Pérez-Reverte Mañas
Dicen que pertenece a una corriente llamada Neometafísica, y
que nació en Cartagena el 10 de mayo de 1962. Que es uno de los mejores
pintores españoles de nuestra época.
Para hablar sobre su estilo y su lenguaje mencionan siempre
a Edward Hopper, Miró, Dalí, Chagal o De Chirico. Klee,
Friedrich, Torres-García, Van Gogh, Sorolla, Beuys, Dalí o Renau también
aparecen con frecuencia en las críticas y los análisis. Y yo me pregunto si no son
demasiadas referencias. Porque si necesitamos más de diez grandes nombres para definir al artista, me parece que ha ganado con
justicia el reconocimiento a su propia mirada. Ángel Mateo Charris es, sobre
todo, Ángel Mateo Charris. Y para "sentir" cualquiera de sus obras no
son necesarias prolijas explicaciones de fondo y forma, sino, simplemente,
ponerse delante.
El visitante de una galería, un museo o una exposición con
obras de Charris, se convertirá inmediatamente en espectador. Verá desplegarse
ante sí mundos cercanos y ajenos a un mismo tiempo. Oníricos, tangibles,
lúdicos, rotundos, llenos de sorpresas, amables en sus formas e inquietantes en
su profundidad. Donde lo imposible resulta natural. Sus obras son ventanas tras
las que se desarrollan un tiempo y un espacio que van mucho más allá del
momento y el paisaje que se recorta en el marco. Parece posible asomarse y
continuar con los ojos las líneas del horizonte, los colores, los trazos, la materia.
Charris es un gran narrador y puebla sus mundos (su mundo, quién sabe) de
formas que son familiares y extrañas a la vez, porque las dota de un
significado propio. Porque las empapa de su mirada. Sus obras contienen
palabras, voces, nostalgias, humor. Libertad. Charris crea mundos sin vacíos ni
aglomeraciones. Redondos. Llenos de guiños, citas y espacios en los que todos
nos podemos reconocer y al mismo tiempo vernos por vez primera.
Alguien me dijo que el arte cuanto mejor es, más
tarda en agotarse. Uno puede (o necesita) volver una y otra vez a ciertos lugares
sin terminar de descifrar la clave,
descubriendo con cada mirada nuevos senderos por los que transitar la obra.
Yo no me canso de volver al mundo (o los mundos) de Ángel Mateo Charris.
Por si queréis saber un poco más,
No soy de comparar, ni de referentes. Eso despista la atención de lo que tengo delante. Aún así, me quedo con Klee. Estos cuadros cuentan historias. Hermosas historias.
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