Equipo AdARQUA
En una asociación, como en tantos otros escenarios, las
cosas no siempre salen como uno espera. A veces superan con creces sus expectativas,
otras las cubren y algunas ni eso. Si en todos los casos es importante
reflexionar sobre el por qué, en el último más todavía. A nosotros nos gusta
entonces partir de una idea: que la “culpa” es nuestra. Y nos gusta porque eso
significa que está en nuestra mano mejorar o enfocarlo de un modo distinto. Que
tenemos la capacidad de cambiar las cosas.
Y, dado que esa es una de las razones que nos hacen levantarnos cada
mañana con una sonrisa, nos venimos arriba. Incluso cuando se trata de ver qué
no hemos hecho bien o qué podemos hacer mejor. Crear, organizar, mantener una
asociación es una carrera de fondo. Y no está libre de obstáculos.
En muchos casos, uno de los obstáculos es encontrar
voluntarios, personas que dediquen su tiempo, esfuerzo y conocimientos a una
causa noble sin recibir remuneración. A veces el problema no es tanto encontrar
gente dispuesta sino que tenga los conocimientos o destrezas necesarios para desempeñar
una tarea determinada. Otras, el problema es el tiempo. Si bien es cierto que
quien busca, encuentra, no todo el mundo tiene la misma capacidad ni la misma
flexibilidad en su horario. No es fácil, como se puede ver.
Los voluntarios tienen una serie de deberes fruto de su
compromiso, pero también derechos: la asociación tiene la obligación de contratar
un seguro para sus voluntarios y además debe ayudarlos a integrarse y
facilitarles la formación necesaria. Es un camino de doble dirección. Y a
veces, como bien explicaba Vicente Baeza, de la Plataforma del Voluntariado
de España, defraudar a un voluntario no sólo significa perderlo para tu causa sino además, para
cualquier otra. La mala gestión de una asociación puede hacer que una o varias
personas, desencantadas, dejen de poner su granito de arena a hacer un mundo
mejor. No deja de ser una responsabilidad.
Por eso nos parece que el taller que organizó la FEAM el 18 de enero era muy
importante. Porque las asociaciones no
siempre sabemos; no siempre nos formamos o nos informamos como deberíamos para
gestionar el voluntariado. No hablamos ya de captar al voluntario sino de
mantenerlo, integrarlo en nuestra asociación y que crezca con nosotros, mientras
nosotros crecemos con él o ella.
¿Para qué nos sirvió el taller? Para empezar nos permitió
una autoevaluación. Si bien hay aspectos en los que sacamos buena nota, a otros
llegamos más justitos. Saberlo nos permitirá mejorar. Pudimos hablar con miembros
de otras asociaciones y comparar experiencias; fue muy interesante comprobar
que tenemos preocupaciones similares y otras diferentes por completo; contrastar
iniciativas, soluciones y proyectos. Vimos, también, que algunas de nuestras
estrategias eran diferentes y funcionaban, lo que nos anima a profundizar en
ellas. Es decir, fue un punto de partida interesante para mirar nuestra
experiencia (que aún no llega a un año) con ojos críticos y dibujar líneas de
actuación. El hecho de poder hablar con profesionales dedicados a este campo
durante años fue también muy productivo. Una de nuestras conclusiones, por
ejemplo, es que vamos a modificar nuestra página Web. Creemos que no ofrecemos
información lo bastante detallada sobre lo que supone ser voluntario. Una de
las cosas que podemos mejorar.
Nosotros fuimos invitados con el fin de que compartiéramos
nuestra experiencia. No es frecuente que las asociaciones de amigos cuenten con
un porcentaje tan alto de voluntarios jóvenes como la nuestra. Somos muy
afortunados. Es habitual escuchar que los jóvenes no se implican, no
participan, no están motivados. Y nosotros siempre damos la misma respuesta:
que no es verdad. Y es un placer mirar al futuro con esa frase prendida en los
labios. No es verdad que no se impliquen, no es verdad que no luchen, no es
verdad que no se preocupen. Llegar a los jóvenes, que al fin y al cabo
heredarán la tarea de proteger el patrimonio (la historia y la memoria), es uno
de nuestros objetivos; y aún nos queda mucho por andar. Pero tenemos la certeza
de que está en nuestra mano encontrar el camino. Que responden cuando llegamos
a ellos es algo que hemos tenido el placer de comprobar.
Queremos agradecerles a todos nuestros voluntarios, ya no
solamente jóvenes, su trabajo y su apoyo. Porque sin su ilusión, su frescura,
su experiencia, sus conocimientos, su tiempo, su habilidad, su creatividad, su
compromiso, sus ideas, sus contactos y su amistad este proyecto llamado AdARQUA
no tendría sentido. Esperamos estar a la altura y no defraudaros.
Sólo hay dos pegas que podamos poner al taller sobre
voluntariado que hizo la FEAM:
que se nos quedó corto (suele pasar cuando uno disfruta y aprende) y que
echamos de menos a muchas asociaciones de amigos. Os animamos a asistir la
próxima vez. Porque es una responsabilidad trabajar con voluntarios y siempre
hay cosas que aprender.
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