Equipo AdARQUA
El Diluvio, Gustave Doré
El mito del diluvio, tan bien conocido por todos y que inmediatamente asociamos a Noe y la versión bíblica, es para muchos una profunda reflexión sobre las inundaciones del Tigris y el Eúfrates, mucho más complicadas de predecir que las del benevolente Nilo. La historia más completa se desarrolla en la epopeya de Atrahasis. Se crea a la humanidad para que sirva a los dioses y los libere de la necesidad de trabajar, pero al cabo de mil doscientos años la humanidad se multiplica a tal velocidad que el ruido que hace molesta a los dioses. Enlil se propone reducir su número enviando primero la peste y después una sequía, que se repite dos veces, pero fracasa en sus intentos gracias a la intrevención de Enki, que revela las intenciones del primero a Atrahasis, rey de Shurupak, dándole instrucciones para contrarrestarlas. Por último Enlil obliga a las demás deidades a que provoquen un diluvio, manteniéndolo en secreto. Pero Enki encuentra la forma de hacérselo saber del nuevo al rey, sin violar su juramento, que siguiendo el consejo del dios construye un barco en el que se refugia junto a su familia y varios animales. Al cabo de siete días remite la inundación y Atrahasis ofrece un sacrificio a los dioses, que acaban aceptando la continuidad de la humanidad aunque con una serie de condiciones para limitar su crecimeinto.
Encontramos el mito del diluvio en tres versiones cuyos rasgos básicos sugieren un origen común. El nombre de los protagonistas (divinos y humanos) varía pero el argumento es básicamente el mismo. Una de las versiones se encuentra en la undécima tablilla de la Epopeya de Gilgamesh en la que el héroe (esta vez Utnapishtim) cuenta cómo sobrevivieron su familia y él gracias a la construcción de un barco en forma de cubo perfecto, ofreciendo un vívido relato de los desastres de la inundación. Cuando remitieron las aguas, soltó una paloma, una golondrina y un cuervo para que reconocieran el terreno. Una vez en tierra ofreció a los dioses un sacrificio.
Presente también en la versión bíblica, no debe sorprendernos el uso de pájaros para esta tarea puesto que era frecuente encontrarlos a bordo de las embarcaciones como ayuda a la orientación. Al liberar el ave ésta daba un par de vueltas alrededor del barco, si volvía a posarse en él es que la tierra no estaba cerca, pero si enfilaba el vuelo en una dirección, entonces siguiéndola llegaban pronto a tierra firme.
Un mito muy conocido, aunque no siempre en sus variantes, y, como vemos, con reminiscencias históricas e interesantes trazos de realidad.
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