Yago Abilleira Crespo
En la ciudad de Ferrol (Coruña, Galicia) se encuentra uno de
los museos navales de la
Armada Española. No es fácil llegar a él ni tiene un horario
cómodo (de 09:30 a 13:30) pero es el único museo de Galicia dedicado a la Historia Naval. La
entrada es gratuita, pero se recomienda una aportación voluntaria de 3 €.
Haremos una breve visita, centrándonos únicamente en lo relacionado con
Arqueología Submarina. El museo abarca muchos más aspectos (maquetas, banderas,
artillería moderna, electrónica,…) pero quedaría un artículo demasiado extenso
si nos paramos en todo. Destacar que, si apagamos el flash, podemos hacer las
fotos que queramos. También podremos medir y tocar las piezas, si antes pedimos
permiso en Recepción.
Antes de entrar al Museo Naval, entramos en zona militar y
hay que andar un poco por las antiguas instalaciones militares del Siglo XVIII
hasta llegar a la entrada del museo. Todo el paseo (y alrededores) está
adornado con anclas de todos los tipos y tamaños, con lo que empezamos a
meternos en materia.
Nada más entrar, nos va a llamar la atención un cañón de
hierro, de clara procedencia subacuática. Fue sacado por un pesquero en el Gran
Sol y donado. Se trata de un cañón inglés de 6 libras
Armstrong-Frederick de 1760, llama la atención su gran deterioro, debido a la
falta de tratamientos.
Si giramos a la derecha, llegamos a una gran sala con mucho material subacuático, y lugar por donde se accede a la Biblioteca y despachos. Veremos un enrome cañón de bronce y un gran mortero del mismo material, único en Galicia. Son piezas de una antigua batería costera situada en Coruña y arrojada al mar cuando la invasión francesa de 1808, posteriormente, fueron recuperadas gracias al arqueólogo Miguel San Claudio. En medio de ambas piezas vemos dos argollas con sus soportes, todo de bronce, a donde amarraban antiguamente los barcos en el viejo muelle ferrolano. También hay un cañón de la fragata “Magdalena” (hablaremos de ella más adelante), concretamente un cañón corto de a 6 libras modelo 1773 fundido en Carrón (Escocia) por encargo de la Armada Española y diversa munición de cañón (palanquetas de los Siglos XVII y XVIII).
Justo enfrente tenemos un cañón pedrero, también de bronce,
de la desdichada Armada de Padilla, naufragada en Finisterre en Octubre de
1596. Sus escudos apenas son visibles, pero es una pieza de gran interés. A su
lado veremos su munición (bolaños de piedra) y un trozo de madera del galeón
que lo transportaba.
Aprovecharemos la visita para ver la nueva sala, donde se
exponen multitud de minas submarinas y torpedos. No es Arqueología Submarina,
pero no está de más saber identificar estos artefactos. Si encontráis uno de éstos,
ni se os ocurra tocarlo, alejaros de ahí y dad parte a la Armada Española o
a la Guardia Civil
del Mar (si no a ambos). Recordad que el explosivo que llevan dentro puede
permanecer intacto más de 100 años, por lo que siempre hay riesgo de explosión.
Visitar esta sala me fue muy útil para poder identificar al momento lo que
resultó ser un torpedo modelo G7a que el Club de Buceo Ons encontró en la Ría de Pontevedra (por suerte,
era de prácticas y no tenía explosivo).
Ya en los accesos a la planta superior, veremos un pequeño
ancla, recuperada en la Ría
y atribuida a la Edad Media
(ignoro con qué criterio).
Una vez en la planta superior, yendo a la derecha, veremos
el por qué se creó el Museo Naval de Ferrol: La fragata de la Armada Española
“Santa María Magdalena”, hundida en la lucense Ría de Viveiro en 1810 (ver la
entrada del 26 de Enero de 2014)
y recuperada por la Armada
en 1976. La ingente cantidad de material recuperado fue lo que provocó la
creación del Museo. Aquí podremos ver objetos militares (cañones, cureñas,
fusiles, munición,...), elementos del vida a bordo (instrumentos de navegación,
vajillas y menaje,…), las campanas, los goznes del timón, uniformes, monedas,…
Con todo ello, nos podemos hacer un poco a la idea de lo que había en una
fragata del Siglo XVIII. Destacar que no solo hay piezas españolas, ya que, al
ser entonces aliados de Inglaterra, veremos un mortero de hierro inglés y dos
pequeños pedreros de hierro ingleses en la Sala de Banderas. La gran maqueta de la fragata
que preside la Sala,
nos permite situar todos los elementos en su lugar.
Añadir que en la planta superior también hay una vitrina
donde se exponen restos anfóricos varios, totalmente descontextualizados.
Por último indicar que, en el Despacho del Director, hay un
reloj alemán de pared como el que llevaban los temibles submarinos de la II Guerra Mundial y una
moneda de oro de la “Magdalena”. Esa zona es de acceso restringido y hay que
pedir permiso en Recepción.
Y, para aprovechar el
viaje, recomendamos visitar el Museo de la Construcción Naval
(EXPONAV), pegado al Museo Naval. Tiene casi el mismo horario (pero cierra a
las 14:30) y cuesta 2 €. Allí, entre otras muchas cosas, veremos grandes partes
de la “Magdalena” (originales), una reconstrucción del interior de un buque del
Siglo XVIII, otra del corte vertical de la “Magdalena” escala 1:1, maquetas,
elementos constructivos…
Si os queda tiempo y os gusta la artillería, tenéis que visitar el “Dique del Martillo”. Es la antigua batería del propio Puerto de Ferrol. Una auténtica obra de arte del Siglo XVIII (la mejor batería-dique de su tiempo, y lo dicen los ingleses). Está lleno de antiguos cañones. Por desgracia no hay carteles, pero todos esos cañones están catalogados por Pedro (trabaja en el Museo Naval, al lado de la Biblioteca) que os solventará encantado cualquier duda. Eso sí, el Dique está dentro de las instalaciones militares. Hay que solicitar autorización en la puerta de acceso, y no siempre la conceden.
Para no estar tanto tiempo encerrados, podemos completar la
estancia visitando el Castillo de San Felipe (principal defensa de la Ría de Ferrol) y ver todas las
baterías que protegían la Ría
(andando o en coche). Al ser zona militar hasta hace muy poco, la Ría de Ferrol está sin
edificaciones, aunque el Puerto Exterior ha estropeado el paisaje. Ahora que ya
sabéis lo que podéis ver, os animamos a venir a Ferrol, y sumergiros en la
fascinante historia de uno de los principales puertos militares españoles del
Siglo XVIII y, sí, también podréis bucear, incluso en pecios si queréis.
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